Las galletas de mantequilla son un clásico del invierno y de las navidades, además de ser una receta deliciosa y muy fácil de preparar, incluso con la ayuda de los más peques de la casa. Lo mejor de las galletas de mantequilla es poder darles múltiples formas con los corta pastas y decorarlas al gusto.

Además la receta no puede tener ingredientes más sencillos, así que saca lápiz y papel para apuntarlos y te animamos a que te pongas manos a la obra y sigas nuestra receta:

  • 125 g de mantequilla.
  • 160 g de azúcar.
  • 2 huevos.
  • 450g de harina.
  • Ralladura de limón.
  • 1 sobre de levadura.

1.-  Mezcla el azúcar, la mantequilla a temperatura ambiente, la ralladura de limón, la sal y los huevos. Añade la harina mezclada con la levadura química o polvo de hornear y amasa hasta conseguir una masa uniforme. Sólo se trata de conseguir que la masa se vea bien intedrada, no es necesario amasar más.

2.-  Coloca la masa en un recipiente y cúbrelo con film transparente. Guárdalo en el frigorífico durante media hora o hasta que la mantequilla haya vuelto a endurcer. Es importante que uses una mantequilla corriente y no margarina u otra versión de mantequilla de untar. Si la mantequilla no endurece, la masa se queda blanda y es muy difícil trabajarla.

3.-  Espolvorea la superficie de trabajo con un poco de harina. toma una porción de masa y extiende con el rodillo hasta obtener una capa fina de unos 4 a 6 mm. Hay rodillos que te permiten extender la masa de manera uniforme.

4.- Coloca el cortapastas encima de la masa y presiona para cortar la masa. Para que quede bien cortada y con bordes lisos, puedes hacer un pequeño giro para ayudarte a cortar y despegar la formita de galleta. Con los recortes, amasa de nuevo y puedes extender para cortar más galletas. Si se ablada, guarda de nuevo en el frigorífico.

5.-  Coloca las galletas separadas entre sí en la bandeja del horno, sobre papel de horno, y hornea durante 10 minutos a 180ºC. No debemos dejar que se doren porque enseguida se queman y toman un sabor amargo. Yo las prefiero blanquitas. Recuerda que cada horno tiene su temperatura, así que baja la temperatura si antes de diez minutos se te han dorado. La primera hornada siempre es la de prueba y verás el tiempo y temperatura que necesitas para las siguientes.

4.-  Una vez horneadas, sácalas del horno y, con cuidado de no quemarte, colócalas sobre una rejilla para que se enfríen. Una vez frías, puedes guardarlas en una caja de lata y aguantan en perfectas condiciones más de un mes.

¡Que aproveche!

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